Se había convertido en una plaza de barro y hierba... su función principal era detener los carruajes que iban o venían. En 1620, sin embargo, la historia de Piazza di Spagna cambió. En un principio, un embajador español alquiló un pequeño palacio, tras el incremento del comercio que se desarrolló, el rey Felipe IV decidió comprar todo el edificio como sede de sus embajadores. Sin embargo, sólo en 1647 tomó el nombre de Piazza di Spagna, cuando la sede de la embajada española en el Vaticano se trasladó al Palacio de Spagna.